Este perfume es un atardecer empolvado en medio del campo, entre higos maduros, flores silvestres y rastrojos dorados. Es íntimo, nostálgico y envolvente: como una brisa cálida que acaricia la piel y arrastra consigo el recuerdo de algo profundamente tierno. Tiene un carácter melancólico y sensual, que mezcla lo empolvado con lo gourmand, lo cremoso con lo etéreo. Su estela es suave, táctil y serena, como un suspiro en la penumbra dorada. Ideal para quienes buscan una fragancia que combine lo introspectivo con lo seductor, lo natural con lo misterioso.
Salida
La apertura es delicada, ligera y sensual. El ambrete, con su aroma almizclado y afrutado, da un inicio suave, casi como el calor natural de la piel al final del día. Es una salida sutilmente cálida, que flota con una pureza elegante y ligeramente carnal. No es estridente, sino envolvente desde el primer momento, como una presencia íntima que apenas se insinúa pero cautiva.
Corazón
El corazón late con una belleza floral, jugosa y empolvada. La amapola, etérea y vaporosa, aporta una feminidad fantasmal, melancólica. El higo, carnoso y verde, introduce una nota lechosa y natural, como fruta fresca bajo el sol. El iris, con su textura polvorosa y refinada, envuelve el conjunto con un velo de seda fría, aportando profundidad y sofisticación. Este corazón es una fusión entre naturaleza y poesía, entre piel y niebla.
Fondo
La base es cálida, reconfortante y suavemente adictiva. La cebada, con su nota cereal tostada, da una textura inesperada, seca y reconfortante, como el olor de una tarde en el campo. La haba tonka añade una calidez gourmand, entre vainilla y almendra tostada, mientras que el heliotropo pone el broche floral-almizclado, con su dulzura empolvada y cremosa que acaricia sin pesar. El fondo es como una manta de luz tenue y aroma acogedor que queda suspendido mucho después del contacto.